Es que son tantos los teatros abiertos, que no hay maestro del arte que pueda ordenar un desenlace: Venezuela y Ecuador apoyando a las FARC y nosotros sintiéndonos culpables; Reelección, no reelección; Uribismo, posturibismo, oportunibismo; Farcpolítica, Parapolítica y nada de corruptopolítica (porque la cuestión no es solamente si Yidis o Teodolindo ¿que ha pasado con las denuncias en las grandes licitaciones, las denuncias en las pequeñas diligencias o las vueltas que dan el sector privado?); que pobre Tomás, que pobre Jerónimo, más pobres los recicladores; los jueces haciendo política y negocios y el ejecutivo chuzando y haciendo negocios, etc.
Y cada día hay un lío nuevo, un puesto que faltaba, un juez que no falla, una terna descarada, unos medios de comunicación con agendas propias y un alud de noticias y chismes que superan cualquier capacidad de asombro.
Cuando se suman todos los dramas, lo que más duele es que cada suceso es prueba de que el tercer mundo es un estado de la mente y del espíritu.
Al final, algo pasará, sin libreto ni dirección y lo llamaremos hecatombe y no sabremos de donde salió el golpe que nos dejó fuera de combate. La ansiedad vendrá entonces de no poder fumarnos la realidad.
Cuando se suman todos los dramas, lo que más duele es que cada suceso es prueba de que el tercer mundo es un estado de la mente y del espíritu.
Al final, algo pasará, sin libreto ni dirección y lo llamaremos hecatombe y no sabremos de donde salió el golpe que nos dejó fuera de combate. La ansiedad vendrá entonces de no poder fumarnos la realidad.
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